Fragmento 991 Move, move, shake, shake
Voy silbando. Tarareando.
No recuerdo tan bien la canción. Algo como fi,
fi, fi, fiu, fiu, fiu. Sigo silbando, mantengo la melodía repitiéndose
entre mis labios. Voy caminando, pero mi cuerpo se encuentra estático. Me
siento determinado, como nunca en la vida. Mis ojos están abatibles, mi mirada
es firme, no hay indicios de duda. Sigo silbando. Fi, fi, fi, -observo a mis compañeros huir, veo el terror en sus
ojos, antes me asustaba, ahora me reconforta-, fiu, fiu, fiu. Las acciones que he hecho, me trajeron hasta aquí.
Rememoro
la escena, la tengo fresca. Una escopeta de seis disparos. La clase de
biología. Pateo la puerta estruendosamente. No digo nada, todos se sobresaltan.
Solo miro y observo, me mantengo apacible. No discrimino a nadie. Disparo por
igual. Fi, fi, fi, fiu, fiu, fiu. Disparo
uno, cruje su cabeza. Disparo dos, cruje su brazo. Disparo seis, el hueso occipital se desquebraja
en dos partes. Boom, boom, boom. Muertos, muertos, muertos. Saco los cartuchos
usados, vuelvo a cargar. No sonrío, no lloro, no nada. Ellos huyen, se
esconden; siento su temor, su horror. Suplican. Quiero reír de una forma
sardónica, estentórea. Quiero causar sufrimiento, solo porque sí. Quiero causar
dolor, solo por mí. Todo lo que me han hecho.
Acabo de
disparar.
PUM.
SLANG. BANG. Todos los sonidos onomásticos se quedan cortos, ninguno es igual
al que hace la carne al separarse, al blandirse. P-U-M. Por más que lo
imagines, jamás lo olvidarás. Las balas abrasando sus expresiones, entra bala,
sale sufrimiento. Entra mi dolor, sale el suyo. Disparo ocho, directo en el ojo. La alarma ha sonado. Sé que se acabó. No
podría ni querría que fuera de otra forma. Cierro los ojos, respiro dos
instantes. ¿Deseo acabar con todos en la clase?
Bang,
bang. Aún tenemos dos disparos señor inconsciente. Hay que ser prudentes,
tenemos que pensar por adelantado. Mi cerebro maquina al 200%. Cierro mis ojos,
esa melodía infernal indunda el ambiente. Bang. Fi, Slang, Fiu, Pum. Me melodía
se mezcló con el sonido de la carne al desintegrarse. Mi mente es azotada por
el crujir de los huesos, de las separaciones. Crack. Fi. Bang.
Cierro mis
ojos. Los abro. Los cierro. Respiro. Inhalo. Exhalo. Repito. Inhalo. Exhalo. Está
ahí. El reloj está ahí. Han pasado tres minutos, solo tres minutos imaginando
como sería cometer una masacre estudiantil de la que todos hablaran. Seré
importante y hablarán de mi… al menos una semana. Después quedaré en el olvido.
Las
manecillas del reloj suenan sin sincronía. De nuevo esa siniestra melodía. Miro
la escopeta (recortada) oculta en mi mochila. ¿Podré hacerlo hoy?
El dolor
es insoportable. El vacío. El odio. La tristeza. Solo lo hago porque quiero
compartirles un poco…
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