Fragmento 629: Your body is shaking like the first time
El asiento me incomoda, estoy
hastiado, sí que lo estoy. Después del último viaje largo ya no soporto viajar
en buses viejos, me cansa demasiado. ¿Ella? Ella se ha quedado dormida. La miro
y me inundo en ternura. Es bella, pero ella no lo admite, rehúsa a ser
galardonada por eso; pero no es simplemente bella por fuera, sino también por
dentro. Estoy prendado. Me le quedo mirando, una constante que me sucede desde
que la conocí. A veces mientras nos encontramos mirando al techo, volteo y me le
quedo mirando, ella siempre me pregunta: ¿qué tanto me ves? A veces lo dice
dulcemente, a veces sardónicamente, otras preocupada. Creo que en el fondo no
se acostumbra a la idea que la mire tan fijamente, pero adoro hacerlo. Me
pierdo en ella.
Ella se revuelve en el asiento, me
parece increíble como nosotros, la gente, puede dormir en estos asientos
propensos a lesiones ergonómicas. Me quito mis lentes de sol, no los soporto
mucho tiempo, no soporto muchas cosas, ni siquiera a mí mismo, pero me soporto
a mi cuando estoy en viaje. Me transformo en una persona diferente. Después de
guardar las gafas, me quito un audífono, “Nothing cleanse quite like fire”
suena. Veo que ella va despertando, y le digo suavemente “chst” duerme, le
pongo suavemente el audífono en su oreja. No tiene una arracada, pero desearía
que la tuviera para que yo jugara siempre con ella, mientras la miro
alternadamente. Ella cierra los ojos y se hunde en la música. Me quito el otro
y se lo pongo. Vuelve a dormir. Yo miro el panorama. Me miro a mi mismo en el
espejo.
Mientras miro las montañas, las
casas, las personas, el paisaje, todo tan
colorful como en las fotos que
me mostraba, entro en ese estado del que no había entrado antes desde antes de
conocerla: ataraxia. Un estado donde
nada más importa, ni siquiera uno mismo. Te desconectas de todo, te vuelves
imperturbable, te vuelves eterno, te vuelves efímero, te vuelves uno contigo
mismo, uno con la nada. Y nada puede interrumpirte, hasta que ella abre los
ojos y me dedica una mirada que me hace olvidarme de mi mismo y me hace
quererme ocuparme de ella.
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