Crónicas de viaje con Juan: El nevado de Toluca y la gente de la montaña


Viernes 29 de enero, yo seguía sin dormir por ajustar los detalles de la salida del sábado. Me encontraba entre horarios diferentes, climas diferentes y personas diferentes. Que algunos sí, que otros no, que donde sí, que donde no. Al final pudimos homologar una hora y -creo- un lugar. Como todos los planes, estos tienden a destruirse poco a poco, en especial si viajas con gente de mi edad... lo cuál es lo tremendamente emocionante.
Selfieee
Sábado 30 de enero. El reloj del celular marcaba las 8:00 pero mi reloj natural me había despertado quince minutos antes. Me duché, no desayuné nada, revisé un par de cosas del auto y salí disparado por las tripulantes de esta aventura. Me dirigí hacia la parte sur de nuestra CDMX, (que hasta en puto sábado tiene obras y tráfico) y a las 9:15 estaba con la primera tripulante, Lary. Minutos después recogimos a la segunda Lidka, y muchos minutos después recogimos a Rebe, mejor conocida como la Guerita. Ya eran más de las 11:00 y nuestro plan comenzaba a salirse de detalle. Ayudado del GPS me dirigí a Toluca. 

El camino discurría con tranquilidad, un par de charlas coloquiales, lindos paisajes y una experiencia nueva para la mayoría de los tripulantes. Yo mantenía los ojos en la carretera y a veces alcanzaba a divisar el nevado, nuestra parada final. Intentaba no distraerme con el cuchicheo de las señoritas pero son tan divertidas que es inevitable no inmiscuirse en sus conversaciones. Rápido, rápido comienza a hacerse tarde y no quiero que anochezca, odio las luces de los autos por la noche, me ponen tan de malas.

Una pequeña vista


Después de una breve parada para desayunar y una ligera reflexión de los tantos perros callejeros que existen en México, seguimos la travesía. La afluencia de los carros comenzaba a aumentar... el perdido de Juan enfiló derecho buscando una entrada alternativa y solo encontré pasto. Tuve que dar la vuelta y encontramos el estacionamiento. Nos dirigimos al supuesto punto dónde "las camionetas" te suben al nevado, estas maravillas jámas llegaron y tuvimos que caminar... y caminar... y caminar. Después de hacer varios "trasbordes" en camionetas que eran de lo más inseguro que había probado en varios países, llegamos a las faldas del nevado. En este punto he de aclarar que jamás llegamos a las lagunas, ni realmente hasta arriba, el tiempo y la desorganización del lugar nos comió, pero al menos vimos un poquito de nive.

La gente de la montaña...

Ah, las faldas, eran poco más de las 16:00 y la temperatura comenzaba a descender drásticamente, mientras subiamos, vi a una persona en una roca, se mantenía estático y no parecía tener prisa de algo más, yo no pude hacer nada más que mirarlo por un largo rato... después de esta pausa llegamos a la parte rocosa y de ahí no pudimos subir más. Posterior a la sesión de fotos obligatoria, comenzó el descenso. De nuevo tuvimos que recurrir a las camionetas de polleros...si yo me quejaba de la subida sufrí un suplicío con la bajada. En esta ocasión bajamos de más... y al ver los fondos ecónomicos mermados tuve que pedir ray (aventon, autostop, acercamiento). Un tipo llevaba una camioneta de carga y al verme con tres lindas señoritas no se pudo resistir. En la parte trasera hicmos migas con otras personas... Así son las aventuras con Juan inesperadamente emocionantes... y nerviosas. 

La modelo enseñando el nevado

Al llegar al auto y después de un conceso nos dirigimos al pueblo mágico de Metepec, me habían dicho que era un Coyoacan toluqueño así que sonaba bastante bien. Después de batallar para encontrar estacionamiento y un ligero altercado con un especimen de la ciudad, nos dirigimos a cenar. Esta cena fue lo último de la aventura y cenamos bastante agusto, nos sentiamos felices e intentamos recordar lo bueno y lo malo del viaje. Al final todos decidimos que volverían a salir con el guía de turistas más ... *insertar adjetivo calificativo para mi* en alguna otra aventura.

La foto reglamentaria, señores

La noche de la carretera me esperaba. Me mantuve relajado, pero las luces largas me cegaban, así que aceleré y aceleré... me encontraba tan ensimismado en la carretera y sus jodidas luces que apenas pude escuchar "slow it down" iba demasiado rápido. Frené y un tipo me rebaso de la manera más sucia que puede haber. Seguí enfocado en la carretera y me olvidé de todo lo demás. Llegabamos al DF y proseguí a dejar a cada señorita en su casa, como el buen chofer que soy.

Soy fan de las selfies

Aquí concluye esta crónica de viaje. ¿Quieren leer otra? Propongan destinos y ahí estaré. 


Comentarios

  1. tus líneas inevitablemente me arrancan más de una sonrisa! :)

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    1. Gracias! Justamente son para ello. El nevado te espera :)

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  2. ¡Qué aventura! Eso de las primeras veces siempre me emociona. Parece que les faltó tiempo, pero así ya tienes una idea de cómo llegar y la próxima, seguramente guardará más anécdotas.

    Lindo texto, me gustaría leer más sobre tus viajes y los próximos que haremos :D

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    1. Yo soy una aventura. Jajá. Además de un atardecer. Efectivamente nos faltó tiempo, nos despertamos tarde.

      Hay otras crónicas de viaje, pero pocas de México, me enfocaré en este país. Por supuesto, estamos anotados.

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    2. Yo soy una aventura. Jajá. Además de un atardecer. Efectivamente nos faltó tiempo, nos despertamos tarde.

      Hay otras crónicas de viaje, pero pocas de México, me enfocaré en este país. Por supuesto, estamos anotados.

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