Crónicas de la gran ciudad: ¿Papucho o Ewww?
Ya se me había calentado el
hocico, al menos mentalmente, era sábado y pensábamos hacer un pequeño tour de pulquerías en una de las zonas
más culeras vistosas de la ciudad. Ustedes no lo saben (probablemente
sí) pero me encanta dar tours por la ciudad: de museos, de tacos, de
restaurantes vegetarianos, de librerías y el más celebrado: el tour de bares. Así
que a ponernos en marcha.
Debido a que en la siguiente
narración habrá escenas explicitas, se cambiaran los nombres para no herir
susceptibilidades y dañar rePUTOciones. Amén, ahora pueden seguir leyendo.
Empezamos en la San Rafa, un barrio bipolar, ya que puedes encontrar lugares
de mala muerte, hasta lugares vintage
muy nais. Me reuní con uno de mis
recientes amigos: Esperancito (recuerden que vamos a cambiar los nombres), a
este valedor le encantan las pulquerías, y habíamos ido a algunas antes, sí, un
poco más fresas, porque él lo es, pero a ninguna de esta zona, así que
empezamos a caminar y por ende a improvisar.
Primera parada, Pulquería La malquerida, y para quién no conozca este selecto lugar, los sábados la clientela lo componen chicos punk, y metalerillos de segunda categoría, que vienen a repostar su sed, y sus ganas de demostrarte que saben más que tú de jevy metal. Error probablemente ni siquiera uno sepa más de diez bandas. Hay algunos pulques diversos: mazapán, piñón, galleta, avena, apio; funciona como buen comienzo, pero no para seguir la borrachera mucho tiempo, pronto la multitud rebasará el aforo oficial y tendremos que irnos.
Primera parada, Pulquería La malquerida, y para quién no conozca este selecto lugar, los sábados la clientela lo componen chicos punk, y metalerillos de segunda categoría, que vienen a repostar su sed, y sus ganas de demostrarte que saben más que tú de jevy metal. Error probablemente ni siquiera uno sepa más de diez bandas. Hay algunos pulques diversos: mazapán, piñón, galleta, avena, apio; funciona como buen comienzo, pero no para seguir la borrachera mucho tiempo, pronto la multitud rebasará el aforo oficial y tendremos que irnos.
Segunda parada, seguimos
caminando por la zona, ojos bien abiertos y estar a las vergas, porque los delincuentes (aka Brayans) pueden estar a la vuelta de la esquina, esperando en
una mano con una navaja y en la otra con thinner. Esperancito se dedicó a
buscar una pulquería, y vualá, encontró
una con su nombre, bueno con el verdadero, creímos que era una buena señal…
hasta que entramos. En esta maravillosa ciudad, hay de pulquerías de mala
muerte hasta peor muerte, y esta entraba en el top de las más culeras y
peligrosas, duramos no más de cinco minutos, nos fuimos y decidimos seguir
caminando.
Para dos punto cinco: Pulquería Ichniu, sí, milagrosamente recuerdo el nombre, esta se clasificaría como de muerte media, los curados eran francamente desastrosos, y la música de banda no ayudaba, pero eso, evidentemente, no nos impidió probarlos. ¿Teníamos barrio o éramos mirreyes? Se aproximaba el momento de reunirnos con otro de mis mejores amigos de la vida: alias el Clarita. Pagamos los miserables curados, y nos dirigimos al próximo punto de reunión: Mala Vecindad beer hotel. ¿Neta nadie pensó en que el nombre no ayudaría? De hecho, todo el mini tour comenzó por ir a la mini exposición/cata de cervezas artesanales que ahí darían.
Para llegar a Mala Vecindad, tienes
que atravesar una jungla de prostitutas, y para lograr entrar debes bordear a
los transexuales que se encuentran en las afueras cambiando felaciones por
comida, no es tan peligroso como suena, es más bien, pintoresco, aunque un poco
de iluminación no le caería nada mal. Al llegar al roof, estaban las distintas cerveceras, y había de varios estilos,
aquí es donde comenzaba lo bueno. Creo. Llegó Clarita, nos abrazamos, y saludó de
nuevo a Esperancito, la tensión sexual explotaba en el aire (olvidé mencionar
que ambos eran gay, y medio habían tenido ondas en el pasado), seguimos
probando cervezas: stout, dark lager, pale ale, red ale. So mal no recuerdo
bebimos cuatro rondas, suficiente para que mi cabeza comenzara a marearse, así
que propuse ir por los respectivos taquitos baja-peda. Pero antes comenzamos a charlar de
estupideces, las relaciones de amistad entre un hetero (yo) y un gay (ellos),
son de las más divertidas y groseras que se puedan imaginar. Podemos viborear,
y técnicamente hablar de lo que sea, nuestra plática abarco desde los viajes,
experiencias y sus gustos monstruosamente fálicos. Después de veintisiete años y varios viajes,
pocas cosas me asustan o me sorprenden. Incluso Esperancito realizó una
encuesta en sus redes sociales, donde preguntaba que sí me darían (solo los gais) lastimosamente nunca sabremos el
resultado de esta encuesta, aunque infiero que perdí. (?)
Unos momentos después sucedió,
lo que muchos esperaban, pero no todos vaticinaban, la puteria. Las cervezas hicieron
efecto en la vejiga de Clarita, así que bajó al baño. Esperemos cinco, diez,
quince, veinte minutos. No había rastro del pirujo. ¿Qué le había pasado? Era
demasiado tiempo para una meada. La respuesta era muy sencilla, los años de
conocerlo, me daba una idea, aunque improbable pensé que habría conectado con alguien, pero, este no era
el ambiente en el que lo hacía. Error. Él puede donde quiera, es un cabrón.
Bajamos a buscarlo, y nada, no aparecía, así que pedimos otra cerveza. El pobre
de Esperancito estaba desolado, creía que lo habían abducido los aliens, pero
yo sabía la verdad, la escabrosa verdad: cuando bebe se le calienta la boca (en
más de una forma), así que ya imaginara usted en que el cuarto de quién acabó.
Después de esta pequeña mamada, (literalmente) estábamos listos para irnos por esos merecidos taquitos.
Subimos a mi coche, otra
ventaja de amistades homosexuales es que tienen un buen gusto musical. Pronto
mi auto se transformó en karaoke: Miley Cyrus, Maria Daniela, OV7. Wrecking Ball, pobre estúpida, Shabadabada, y
muchas otras canciones fueron el pretexto para jotear, más historias de Instagram, y de pronto, una vendedora de
elotes. La noche comenzaba a recuperarse debido a esa combinación ganadora. Seguí manejando
por la ciudad, cantando y joteando. Que se le va a hacer, nos estábamos divirtiendo,
hasta que llegamos a los Parados. ¿Quién le pone los nombres a los comercios en
esta ciudad?
Con los primeros taquitos, las
cervezas se desvanecían. Pedimos de pastor, de bistec, queso fundido, el hambre
era voraz. Mis amigues se encontraron
con un actor de televisión, y sus hormonas reventaron, se les hizo agua la… everything was so hot, divage en mi mente
aún afectada por las cervezas. El pequeño tour estaba acabando, Clarita tenía un
festival de música electrónica para el siguiente día, y Esperancito tenía un
colchón sin bautizar (if you know what i
mean). Así que los dejé en su casa, y solo dios sabe que habrá pasado entre
esos dos y el pobre colchón.
¿Soy el mejor amigo hetero que
puedan tener? ¿Les consigo dates gay
geniales a mis amigos? ¿Me maman los curados? Las respuestas a esas preguntas
son: pero por su pollo. Si no entienden esta pequeña deformación del lenguaje
no están listos para el siguiente tour de bares. Aplíquense, ñeros.
Pronto más crónicas de esta
gran ciudad, cuando la pandemia nos permita a seguir explorando.
Celebro. Ese Esperancita es todo un crack.
ResponderEliminarEsperancito tiene potencial, pero lo dejan esperando.
EliminarNunca sabremos que pasó en ese sucio colchón.