Fragmento 357

Fragmento 357

Apuesto a que morías por leer esto. Por leer estas líneas de nuevo. Estoy casi seguro que tienes un atisbo de como son las cosas por aquí, muñeca. ¿Qué por qué te llamo muñeca? Porqué puedo. Porque me gusta. Porque no me interesa tu opinión. La persona quién escribe soy yo, tu sólo eres un personaje más de esta cruda ficción.

El fragmento 357 comprende de la descripción de un personaje de no ficción -también puede ser ficción, pero ¿a quién le importa?, nunca lo sabrán-. Vamos a llamarlo H. No señor H, no Mr. H, solamente H. Y apuesto a que ya lo han leído en alguna otra ocasión… Puede que sea yo, puede que seas tú, que no sea nadie, que sea una proyección de mi; una vez más: ¿a quién carajo le importa?

H tiene una particular forma de vida. Digamos que más que una forma de vida, es un estilo, una filosofía. H cree fervientemente en que debe exprimir el momento. Siempre. Sobre todas las cosas debe intentar extraer lo mejor del momento, debe intentar dejar seca a la vida… porque esa hija de puta lo hace a cada instante, no se detiene. Es inexorable, es una furcia, una ramera, una puta, es la vida misma. La vida que H ve todos los días en sus numerosas arrugas discurre y discurre. A la hora de argumentar -o discutir- H siempre gana, porque su secreto es probar que el otro se equivoca,  si tiene tiempo y ganas probará que él es mejor o meramente más favorable. Así es el fragmento 3.5.7. de la personalidad de H. No intenten adivinar su nombre, no es posible.

Aquí viene otra tormenta de ideas… otro fragmento. ¿Cuántas letras nos quedan?


No me intento describir porque no sé, no puedo. Siempre intento describirte a ti. A la otra persona que lee a través de esto. Intento describir una sociedad llena de desgracia. 

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