Fragmento 926: Día de muertos
“Yo nunca
había ido a Michoacán, ni a Ciudad Juárez, realmente nunca lo necesite. Siempre
fui un citadino, un chico de capital, y también siempre fui asiduo a las notas
rojas. Ahora que recuerdo gran parte de mi infancia y mi juventud fue rodeada
por la nota roja. Mi padre trabaja en uno de esos diarios de dos o tres pesos.
La mitad de las noches de la semana mi padre salía en busca de la nota… en
busca de la sangre. Él siempre me decía que comíamos a expensas de la sangre de
otro; claro que para un niño de ocho años eso no significa mucho… yo nos
proyectaba como una familia de ratas comiendo del cuerpo mascullado de un ser
humano… sin rostro. Hay noches en las que sueño con ello…
Mi vida no
sigue un rumbo definido. Supongo que siempre he querido seguir los pasos de mi
padre, y siempre he querido llenar sus expectativas. Pronto todo se derrumbó, y
fue justo cuando conseguí mi primer trabajo justo antes de concluir la
universidad… Creo que pueden adivinar que mi primer trabajo fue como asistente
del redactor de nota roja del periódico en el que mi padre laboró tantos años
de su vida. Y el declive comenzó cuando me hice adicto a las imágenes llenas
de…
Hoy es día
de muertos, hoy me toca cubrir una tan esperada nota roja, la primera de mi
fugaz carrera. En este día de muertos me encuentro rodeado de ellos. No me
asustan. Nunca lo han hecho. Siempre he vivido rodeado de ellos, ahora es algo
común para mí. Yo podría describirles el lugar en el que me encuentro, envuelto
entre cientos de personas, encercado entre flores naranjas y aprisionado entre señoras
que rezan sin cesar…. Pero la descripción va más allá, es una descripción de lo
que la gente no puede ver… o en muchos casos no quiere ver, justo como sus muertos, ya no quieren verlos más...”
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