Fragmento 638: Obstacle number two



Cierro mis ojos, intento exhalar, pero es díficil. Sí que lo es. Los nervios me están comiendo. Miro la pantalla, y escaneo rápidamente todo. Me lo he aprendido de memoria. Siento el sudor bajar por mi borde izquierdo. Estoy sudando demasiado, pero es invierno, esto no debería suceder. Vuelvo a exhalar. Mi mano izquierda tiembla, trae su regalo. La derecha trae… la miro, sabía que era ella desde hace metros, mi cuerpo la reconoció a la distancia. El temblor se ha ido, y libero el aire que mis pulmones guardan. Es ella. Sus gafas, y su pelo rojo destaca de la multitud. Ella, ella, ella.

Recuerdo el camino de venida, una lluvia intermitente, la radio no sintonizaba muchas cosas buenas. Decidí bajar el volumen a lo mínimo, debía concentrarme. La caratula del radio bailaba entre morado y azul, una estación de techo no sonaba. Yo iba rápido, pero no extremadamente, imagina: ¡qué sufrimiento debe ser desbarrancarse antes de llegar a una cita!  No me sabía el camino, recurrí al GPS. Aunque he vivido en la ciudad casi toda mi vida, es tan inmensa que nunca me aprendo los caminos. Leo algunas señalizaciones, y el tic-tac de mi cabeza me dice que voy a tiempo, pero que mejor llego antes, como acostumbro siempre. Llego al estacionamiento, dejo el coche, verifico las luces. Me tomo un segundo para respirar, relájate tío, relájate. Dale calma. Ella no se irá a ningún lado.

Ella camina hacia mi, nos miramos como la primera vez, extrañados, asombrados, pero llenos de amor. La lengua se me traba, como la primera vez, las palabras huyen. Todo es tan parecido a la primera vez. La abrazo, me estremezco. El tacto con su cuerpo es electrizante, cada fibra de su cuerpo conecta con el mío. La extrañé demasiado y mi cuerpo lo resiente. Los segundos pasan. Minutos. No lo sé, el tiempo se detuvo, pero no quiero dejarla ir. No quiero soltarla. Nunca. Busco sus labios, y mientras nos besamos, le susurro: te amo tanto. Te extrañé tanto. Ella se ríe, y es tan parecida al emoticon que pone su mano frente a su rostro, que me derrito un poquito más. Me toma de la barbilla, me acerca a ella, y me dice: yo te amo más. Me da un beso profundo, y apuesto que mis ojos brillan. Ahora yo soy el que tiene cara de emoticon.

Solo puedo decirle: esto es para ti. Ambos son para ti. Ella se queda sin palabras, y se me lanza a los brazos. Por supuesto que no la dejaré ir, ella es la chica más preciosa.

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